La historia del médico que se derrumbó en su primera guardia.

Foto extraiga de Madridiario

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Se formó durante 4 años de la mejor manera posible para trabajar subido en una ambulancia, en una unidad móvil de emergencias.

Llevaba instaladas en su teléfono móvil las últimas aplicaciones de urgencias, además de las clásicas chuletas digitales.

En su chaleco guardaba material que compró con su dinero, pues el equipamiento de su ambulancia dejaba mucho que desear.

Estaba nervioso, era su primera guardia en una ambulancia de soporte vital avanzado después de la residencia.

El día fue tranquilo, no tuvieron ningún aviso, pero al llegar la noche y al estar el resto de servicios de urgencia de atención primaria colapsados, los activaron, con 4 avisos seguidos, los únicos que tendrían en 24 horas de guardia.

En el primer aviso los activan por «una señora de 85 años con sensación de falta de aire». Después de examinarla y hablar con ella, llegan a la conclusión que se encuentra sola. Se llama María, sus hijos está en el norte de España, y tiene miedo a la noche, no quiere que el equipo de emergencias se vaya. El joven médico no encuentra las palabras apropiadas para dar por concluido el aviso.

Segundo aviso «hombre de 55 años con dolor torácico tipo punzante». Tras anamnesis, exploración y ECG, diagnostican a Manuel de una crisis de ansiedad. Lo despidieron hace 2 años, su hija está en la universidad y no encuentra trabajo, no sabe como pagar las facturas, está desesperado. Llora sobre el chaleco amarillo del médico de urgencias. Él solo es capaz de facilitarle un ansiolítico.

Tercer aviso, en este si parece que pondrá a prueba todos su conocimientos adquiridos en el último máster de medicina de urgencias y emergencias, «les avisan parar atender a una familia que sacaron los bomberos de un incendio». Son de origen paraguayo, estaban todos afuera de la vivienda cuando llegaron los bomberos, no tienen lesiones ni estaban cerca cuando la vivienda se incendió. Son 4 todos están bien, pero no tienen donde pasar la noche. La madre les pide ayuda, ellos no pueden hacer nada, tienen otro aviso pendiente, la mirada de los pequeños se le queda clavada.

Cuarto aviso, agresión física en domicilio. «Varón de 15 años que tras discusión agrede a sus padres». Cuando llegaron la policía local ya está en la casa, pero nos comenta que su padre no quiere denunciarlo. El padre rompe en llanto, les pide ayuda. El equipo lo deja en manos de la policía que sin denuncia no puede hacer nada.

Al día siguiente, después de estas 24 horas de guardia, aquel joven médico, mira su móvil y borra aquellas aplicaciones que tenía instaladas.

Apoyado en la ambulancia susurra un «nadie me enseñó a tratar lo problemas sociales, nadie me enseñó a tratar la vida».

Un compañero, técnico en emergencias sanitarias, que le duplicaba en años se le acercó y le regaló un gran consejo: «la calle es así, no hay enfermedades sino enfermos, no hay pacientes sino personas, vete a casa, abraza a los tuyos, descansa, estoy convencido que serás un gran médico, la calle te enseñará aquello que no te enseñaron los libros».

Este post va dedicado a los compañeros del SAMUR Social, un servicio ejemplar y necesario que apoya a los equipos de urgencias y emergencias en la ciudad de Madrid.

JM Salas – Con Tinta de Médico

Algo más que historias en Urgencias

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