En ocasiones vivimos como si fuéramos inmortales, como si lo de morir no fuera con nosotros, como si fuéramos a vivir eternamente.
Postergamos aquello que nos gusta por obligaciones.
Llenamos las agendas de numerosos compromisos y dejamos poco espacio para lo importante, para aquello que nos hace feliz.
Imaginamos que algún día conseguiremos el trabajo perfecto, que algún día realizaremos el viaje de nuestras vidas o tendremos la casa de nuestros sueños.
Las noches en urgencias y emergencias me enseñaron que la vida es como una canción, con subidas y bajadas, con diferentes ritmos y diferente duración, unas más cortas y otras más largas, pero todas acaban, la música no suena eternamente.
No dejas para mañana aquel abrazo que siempre esperas dar, no permitas que caduquen las palabras te quiero en tu boca, no dejes que se marchiten aquellos besos que nunca diste, ni permitas que nadie te obligue a que tus sueños caduquen, porque de momento, solo tenemos una vida y hay que disfrutar de ella.
Vive, sueña, ama, equivócate y emociónate con cada segundo, porque no sabemos cuánto va a durar esta canción, no sabemos cuando terminará la fiesta.
De momento la mía, hoy tiene aires de carnaval, y espero que así siga hasta que se detenga la música.
Un abrazo a todos aquellos que cuidan en estos y otros días tan especiales para que los demás disfrutemos, un abrazo a aquel o aquella desconocida que hoy me hace la guardia.
Gracias Lola por poner música a mi día a día (y también a mis madrugadas).
JM Salas – Autor y editor del libro y blog Con Tinta de Médico,
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