Cuando no se sabe donde uno está, es muy difícil saber donde uno quiere ir.
Y esto que parece tan obvio a menudo lo vemos con frecuencia en diferentes organizaciones, donde las ideas elocuentes suelen ser trendic tópic cada semana.
Hoy merece la pena dedicar unos minutos de tinta para destacar la labor de aquellos que intentan aplicar protocolos que me han dicho que funcionan en otros lugares, que suelen ser los mismos de «compramos este coche porque nos gusta su color».
Cada uno es dueño de su vida, de sus decisiones, errores y aciertos, y si no le hacemos daño a alguien, nadie puede reprocharnos en que gastamos nuestra vida. Pero cuando uno gestiona una entidad púbica o privada, una gerencia, una dirección o un servicio, sus decisiones suelen repercutir en el buen funcionamiento de la organización, en sus trabajadores, usuarios y en la calidad del servicio que prestan, por este motivo, deben ser lo mas sensatas posibles, consensuadas y basarse en argumentos que respalden la toma de decisiones.
En ocasiones suele ocurrir que la prepotente altura de determinados asientos suele distanciarnos de la realidad, y los cantos de sirena pueden seducirnos si desconocemos el presente de aquello que por nuestros «méritos» nos tocó dirigir.
Y es que no se pueden igualar con dos o tres ocurrencias los años y años de trabajo, profesionalidad, inversión y responsabilidad que tienen otras organizaciones, porque ninguna casa se empezó por el tejado.
Trabajar por conocer las características del terreno, ver nuestras debilidades, fortalezas y dotar de solidez el cimiento de una organización es una prioridad, no se deben poner los adornos del árbol de navidad antes que asegurar las patas, porque eso solo nos puede conducir al fracaso.
No creo que sea malo mirar para otro lado y conocer lo que otros hacen, creo que nos ayuda a configurar nuestra perspectiva y visión de futuro de la organización, pero intentar copiar o reproducir protocolos o servicios pioneros en otros códigos postales sin priorizar nuestras imperiosas necesidades no nos hace bien, pues nuestro presente demanda un intenso trabajo por fortalecer aquellas cosas básicas para darle estabilidad a las patas del mencionado árbol de navidad antes que obsesionarse con colocar las guirnaldas.
Otra noche de insominio, otro post Con Tinta de Médico.
JM Salas – autor y editor del libro y blog Con Tinta de Médico.
Máster en Dirección sanitaria, experto universitario en liderazgo.
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