Cuando soplan aires de cambios en urgencias y emergencias prehospitalarias.
Cuando un afán de protagonismo intenta separar al que siempre fue un gran equipo .
Cuando hay quienes necesitan subirse a la ambulancia con el «aquí mando yo».
Me llegó un inesperado viaje al desierto de Merzouga, Marruecos.
Me sumé a un equipo de profesionales para brindar asistencia médica a un grupo de corredores en una maratón de 45 kilómetros por el desierto.
5 enfermeros y yo nos embarcamos en una responsable aventura.
Vehículos todoterreno, material sanitario traído desde España, medicamentos, desfibriladores y una planificación a conciencia de cada tramo de la carrera.
La noches se teñían de arena, té verde y reuniones de equipo para coordinar que todo saliera bien.
Superamos imprevistos, problemas meteorológicos y hasta «la misteriosa desaparición de la caja 4 y 5», algo que parece un tema digno de Iker Jiménez y que algún día tendrá su propio post.
Nos preparamos para lo probable y para afrontar lo inesperado, como tenía que ser.
Revisamos las diferentes alternativas para poder trasladar de la mejor manera posible a cualquier corredor que necesitara una asistencia en otro nivel.
Posicionamos estratégicamente la ambulancia local y nos informamos de como activar el helicóptero en caso de necesidad.
Los que me conocen saben que no me gusta ser protagonista, comparto responsabilidades y disfruto viendo a cada miembro de mi equipo hacer lo que mejor sabe, y en esta ocasión, puedo afirmar que los 5 hicieron un trabajo brillante.
La carrera trascurrió sin mayores incidentes.
Y cuando llegó el último corredor, pude respirar tranquilo.
Aunque siempre intento trasmitir tranquilidad a mi equipo, la profesión va por dentro.
Años, formación y experiencia hacen que convivir con el estrés y la incertidumbre me permitan disfrutar de una tempestad en el desierto.
Ya de vuelta a España, sin duda alguna lo más valioso que me traje en mi mochila, no fue la incuestionable experiencia profesional o el haber disfrutado de una extravagante cultura, sino la amistad de 5 grandes enfermeros, 5 grandes compañeros con quienes estoy seguro que haremos más de un viaje.
Gracias Laura, Carolina, Belén, Pablo y Manuel por hacerme sin duda alguna, un mejor médico.
Este post va dedicado para los que todavía no entienden que en sanidad se trabaja en equipo.
J.M. Salas – Con Tinta de Médico
Comentarios recientes