Hace unos días leí en la edición digital de un periódico, que la OMS había declarado el fin de la emergencia de salud pública global por el Covid-19, no pude evitar que se me humedecieran los ojos recordando a golpe de titular todo aquello que en su día vivimos.
Mirando hacia atrás, y realizando una introspección necesaria, se me vienen a la mente tres palabras, incertidumbre, temor y esperanza.
La primera de ellas, incertidumbre, es sin lugar a dudas la palabra más apropiada para calificar esa primera etapa de la pandemia en la que lidiábamos con un virus cuyo comportamiento, transmisión y complicaciones desconocíamos.
Esa incertidumbre inicial dio paso al temor, no un temor a contagiarnos sino a contagiar a nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestra padres, una situación estresante que no todo el mundo fue capaz de soportar después de cada guardia.
Pero el mundo no se detuvo, la humanidad reaccionó y con las vacunas, del temor pasamos a la esperanza. Fue una luz necesaria para que visualizáramos el final del túnel, y el tiempo nos dio la razón.
Y aunque nunca conoceremos con exactitud la cifra de personas fallecidas a nivel mundial por causas asociadas al covid-19, si sabemos que hablamos de millones de personas.
En España actualmente la cifra de fallecidos «notificados» que se muestra en la página del ministerio de sanidad es de 120.964 personas, pero estoy convencido que no están todos los que fallecieron de manera directa o indirecta por culpa de este virus.
Ahora que hemos vuelto a recuperar nuestros bares de siempre, a llenar festivales, congresos, ferias y eventos, me gustaría mandar un fuerte abrazo a través de este humilde blog, para todos aquellos que perdisteis algún familiar, amigo o conocido durante esta pandemia, para los que no pudisteis estar cerca de los vuestros al otro lado de las residencias y por supuesto para los que todavía vivís con alguna secuela del Covid-19, no debemos olvidaros, no debemos olvidarlos.
Y aunque se que todos sufrimos las consecuencias de esta pandemia desde uno y otro lado del EPI, permitirme que por mi deformación profesional mande un fuerte abrazo a todos los compañeros y compañeras del ámbito sanitario, que a pesar de las dificultades, a pesar del temor y la incertidumbre, y de las políticas de deshumanización del sistema, supieron estar a la altura de las circunstancias, al lado de los pacientes y cuidando de los que cuidan.
Como diría Gustavo Cerati de Soda Stero, gracias, ¡¡tootales!!
P.D.: un cariñoso recuerdo para mi equipo UME-X 061 Murcia, fuisteis una parte importante de la historia de las emergencias prehospitalarias de esta pandemia en la Región de Murcia, no lo olvidéis.
JM Salas – Autor y editor del libro y blog Con Tinta de Médico.
Máster en Dirección Sanitaria. Experto en liderazgo sanitario.
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