68, un número que duele.

Foto extraída de DW.com / Una imagen Getty Images. M Di Lauro

En España han muerto más de 19.000 ancianos en residencias.

En la Región de Murcia fallecieron 68 personas en dichos nosocomios, que son un poco menos de la mitad de los muertos por covid en toda la región.

El Covid19 al igual que en otras comunidades se ha cebado con la población más vulnerable, con nuestros mayores, y pese a todos los esfuerzos realizados, no hemos sido capaces de protegerlos.

Creo que fue un error comparar cifras de muertos de un lugar a otro con el fin de argumentar lo bien o mal que se hizo en cada comunidad. Me recuerda a mi época del colegio cuando suspendía alguna asignatura y decía «pero es que fulanito de tal también ha suspendido», mal de muchos, consuelo de….

Las cifras de muertos en residencias que nos dejó esta primera ola, nos obliga a averiguar las razones por las que han fallecido, a reflexionar sobre el estado previo de las residencias, sobre las medidas que se han tomado durante esta pandemia para prevenir los contagios y muertes en las mismas, y por supuesto hasta que no quede claro que se hizo todo lo posible y como se hizo, toca bajar la cabeza y dejar este baño de cifras de quien la tiene más corta, por una simple y llana señal de respeto.

Los profesionales que trabajamos en urgencias prehospitalarias visitamos a menudo las residencias, nos llaman por multitud de motivos, desde cosas leves a cosas más graves, y en la noche, cuando recorremos sus pasillos, en algunas descubrimos sus puntos débiles, navegamos por sus carencias.

La mayoría suelen contar con personal comprometido, que se dejan la piel en cada turno, el problema es que habitualmente están en un ratio insuficiente para tanto usuario, y se deben multiplicar para poder dar una asistencia de calidad a nuestros ancianos.

Por el gran número de residentes pluripatológicos y dependientes que tienen, debería ser obligatorio que de manera regular contaran con personal de enfermería las 24 horas del día y claro, un médico de guardia que conozca a sus usuarios, una medida que mejoraría el cuidado, facilitaría nuestro trabajo y evitaría en ocasiones avisos y traslados innecesarios.

Antes del Covid19 ya eran un punto débil en este sistema, pero es que durante la primera ola de esta pandemia algunas han desnudado por completo sus necesidades, y es que en diferentes puntos del territorio nacional, el número de fallecidos ha sido tan exagerado, que está en manos de la justicia dilucidar la actuación.

Porque pese a las medidas adoptadas desde el gobierno, consejerías, direcciones e instituciones y el apoyo del ejército, no ha sido suficiente para que en algunas de ellas hallamos tenido un alto número de contagios y muertes.

Hoy, viendo esas cifras, yo me pregunto, si realmente se pudo hacer algo más por esta población que se conocía que era vulnerable.

¿Se priorizó la formación y adquisición de equipos de protección individual para los profesionales que allí trabajaban?.

¿Faltaron medidas excepcionales para blindarlas?.

¿Faltó actuar rápida y enérgicamente con algo más que palabras?.

¿Debieron implementarse equipos sanitarios y dotarlos de material para diagnosticar, aislar y tratar desde dentro a los primeros contagiados?

¿Se hizo todo lo humanamente posible por los usuarios y familiares?

Tal vez faltó creer que podíamos lograrlo, tal vez faltó creerlo.

Pienso que 68 no es un número bajo, es un número que personalmente me chirría, un número que me duele, y en definitiva, un número nada despreciable y que tiene diferentes rostros, nombres y apellidos detrás de esa cifra.

Este Covid 19 desnudó la fragilidad de muchas residencias, y puso de manifiesto que sin duda alguna se necesita una gestión diferente de las mismas, toca aprender de las que lo hacen bien, y reestructurar aquellas que no lo hacen tan bien.

La lucha contra el Covid19 en las residencias no basta con restringir las visitas y aislar a los ancianos de sus familias, no pequemos de los mismos errores, cuidemos a nuestros ancianos, cuidemos a nuestros profesionales.

Mucho ánimo y fuerza para todos aquellos trabajadores de residencias que han dado y siguen dando cada día más de lo que se les pide. Y todo mi agradecimiento para aquellos profesionales que un momento tan delicado optaron por aislarse junto con sus usuarios, durmiendo al lado de los más vulnerables en los momentos críticos.

Agradezco a todas aquellas personas, gobiernos, consejerías, asociaciones, sociedades, ong e instituciones que si arrimaron el hombro para proteger a los más vulnerables reduciendo el número de contagios y muertes, ahora toca seguir haciéndolo.

No todo está perdido, el talento está ahí fuera.

68, un número que duele, no lo olvidemos.

Otra noche de insomnio, otra noche Con Tinta de Médico.

JM Salas – autor y editor de libro y blog Cont Tinta de Médico

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